Amar y ser amado

Escrito el 25/03/2018
Pastora Tovar


Amar es darse el uno al otro, comunicarse, desearse y compartirse. Supone esfuerzo y mimo, confianza. Es ser incondicional en esa relación. El amor es totalmente sencillo, nosotros lo hacemos difícil y complicado.

El amor conyugal es dar y recibir, para mantenerse y crecer. Si uno da sin recibir, termina dependiendo del otro. Si uno recibe sin dar, termina dominando al otro.

El intercambio de dar recibir crea una relación de iguales: precisamente por haber dado, recibe en compensación y por haber recibido, siente deseos de seguir dando. El amor visto así no radica en la posesión sino en la donación.


Hay quienes creen que la persona amada es el objeto del amor y toman a ésta como fin. El pensar así es estar destinado al fracaso, porque el hombre y la mujer no se llenan mutuamente, aunque en un principio así lo parezca.

El fin del amor es algo que trasciende y ese fin serán los hijos. Porque el amor no es la persona amada, sino una capacidad, facultad; por lo tanto, la persona no debe negarse a la trascendencia, porque la raíz del amor es la fecundidad.

Cuando por decisión propia la pareja decide no tener hijos está entrando en un círculo limitado y egoísta, buscando sólo su propia satisfacción, sin darse cuenta del daño que se causan. El amor mutuo protege a los hijos. Los hijos son un estímulo para la pareja. Hay una correlación entre hijo y estabilidad del matrimonio, porque los hijos purifican el amor de la pareja, haciéndolo menos egoísta. El verdadero amor involucra a la persona en su totalidad: cuerpo, espiritualidad, sentimientos, afecto, inteligencia y voluntad.

El verdadero amor implica una valoración profunda de la persona amada, que lleva ante todo a procurar el bien de ésta. Se dan casos en los que alguno de los dos es víctima de un accidente que le inutiliza y el otro se entrega a su cuidado, se dedica en cuerpo y alma a la persona amada, sin importar el deteriorado estado físico y anímico del otro. Ya se ve que no hay mayor amor que el del que da la vida por el ser amado.

Y se puede dar la vida de muchas formas. Basta ver a los padres que dedican su vida, con sacrificio y entrega, por sacar adelante al hijo que es discapacitado, o con ver a la tía solterona, que dedicó su vida a cuidar a su madre enferma. Otro caso es ver a la madre Teresa de Calcuta, sacando una enorme energía de su débil constitución física, para entregarse en cuerpo y alma a los más pobres de entre los pobres.

Esos ejemplos, ponen en evidencia que el amor va más allá del sentimiento. El amor implica pues, una decisión libre, un acto de voluntad.
Amarse por siempre, es posible, si existe el amor para toda la vida y hasta que la muerte nos separe. Solo debemos aprender a manifestar lo felices que somos con la otra persona, esa persona necesita escucharlo, su pareja necesita ser comprendida y escuchar el amor que usted le profesa.
Se debe pensar que somos jóvenes ahora, pero no mañana, lo que sembremos hoy, será nuestra cosecha. Pensemos siempre en nuestra vejez, que queremos tener, queremos vivir solos? queremos tener una pareja hoy, otra mañana ? o queremos tener un matrimonio y un amor estable para toda la vida.